Nuestro partido, El PSOE ha defendido y defiende los valores de la escuela pública y laica. Afirma que la enseñanza no sólo cumple con su papel fundamental en la transmisión de conocimientos, sino que también tiene una misión educativa.
Partiendo de una reflexión acerca de los objetivos educativos y de renovación, debe formar a los hombres y mujeres del futuro, hombres y mujeres capaces de llevar su vida personal, cívica y profesional con responsabilidad, capacidad de adaptación, creatividad y solidaridad.
La escuela debe promover la integración de los componentes de la sociedad, ayudar a eliminar las desigualdades que marcan la vida de niños y jóvenes, debe contribuir a la igualdad de oportunidades y permitir a todos obtener una titulación reconocida a través de la cual pueden insertarse en el mundo del trabajo y en la vida de la ciudad.
A grandes rasgos, la política de educación de nuestro partido coincide con las recomendaciones de las instituciones internacionales de más peso en el mundo a las que pertenecemos: ONU,UE, Consejo de Europa…
España todavía no se adhiere plenamente a estos principios, pues hemos de reconocer que no hemos sido capaces de desembarazarnos de la herencia del franquismo.
Mantenemos todavía un sistema educativo clasista y con fuerte presencia de la educación privada y de la iglesia. La Constitución, en su artículo 27, apuntala este modelo al hacer referencias explicitas a los conciertos y la enseñanza religiosa. En cambio, la Constitución no menciona la palabra pública en ningún momento. Nuestro modelo contrasta fuertemente con el entorno europeo o norteamericano en el que la escuela pública y laica representa cerca del 90% del alumnado. Los casi 40 años de democracia no han alterado ninguna de estas circunstancias pese a la ampliación de la escolaridad obligatoria y un mayor acceso de la población a estudios superiores.
La última reforma, LOE de 2006, fruto de un amplio consenso entre 7 partidos representados en el Congreso con el único voto en contra del PP, era un intento acertado a aproximarse a los grandes principios que rigen la Educación Pública en las grandes democracias occidentales.
· En una sociedad democrática, la educación es consustancial a la democracia.
· En una sociedad democrática, el proyecto educativo es un asunto de todos y todos deben contribuir.
· La educación no puede estar sujeta a la obligación de resultados y la eficacia no se puede medir en términos de rendimiento.
· La calidad de la educación debe evaluarse teniendo en cuenta sus finalidades.
· La educación se inserta en contextos políticos y económicos determinados, sin embargo mantiene márgenes reales de maniobra. Los educadores deben identificar estas posibilidades de libertad de acción para poder desarrollar una pedagogía adecuada.
· Los cambios y reformas en la educación no pueden ser impuestas a los docentes por cualquier gobierno sin consultas previas y apoyo formativo.
· Si bien los gobiernos han de zanjar, en última instancia, lo que conviene al país, no puede considerar a los docentes como meros ejecutantes.
Tras este enunciado de principios fácilmente aceptables por todos, vamos ver qué nos propone el ministro Wert.
El ministro Wert propone un proyecto de ley que se aleja y se enfrenta en muchos puntos a los fundamentos asumidos por la comunidad educativa.
Por cierto, el programa electoral del PP, no hace ninguna referencia a una nueva ley orgánica ni a las medidas que propone, la mal llamada Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación. Pero a esos regates, ya nos tiene acostumbrados el Presidente del Gobierno.
¡Primero los votos y después la chistera!
El ministro Wert propone el desmantelamiento del sistema educativo sin contar con un diagnóstico previo elaborado con la comunidad educativa y los padres de los alumnos.
El ministro Wert propone romper con la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación:
· Porque separa al alumnado desde edades tempranas.
· Porque desde 6º de Primaria se determina las posibilidades académicas de cada alumno y alumna.
· Porque propone un sistema de evaluación que es una autentica carrera de obstáculos y que será utilizado exclusivamente para seleccionar a los mejores estudiantes y no como instrumento de superación de las dificultades.
· Porque aumentará el abandono escolar al establecer evaluaciones externas únicamente sobre contenidos.
El ministro Wert desbarata y devalúa la calidad de la enseñanza:
· Porque propone introducir las leyes del mercado en el funcionamiento del sistema escolar.
· Porque no asegura la financiación necesaria para su implantación.
· Porque no garantiza los recursos humanos y materiales imprescindibles para lograr una enseñanza de calidad.
· Porque no contempla disminuir el excesivo de número de alumnos y alumnas que llenan nuestras aulas.
· Porque no aspira al éxito del todo el alumnado.
El ministro Wert propone una reforma a espaldas de la comunidad educativa.
La práctica totalidad de la Comunidad educativa exige la retirada de un proyecto que ningunea a todos los actores y menosprecia al profesorado.
No atiende a las reivindicaciones relacionadas con las necesidades formativas del cuerpo docente ni con la revalorización y reconocimiento de la profesión.
El ministro Wert revalida en todas sus facetas, la política de recortes en Educación. Todavía no ha entendido que el conocimiento, el saber, la educación no son sólo gasto, sino inversión.
En términos económicos, España no tiene los resultados educativos que le preparen adecuadamente a un crecimiento futuro. No se ha enterado de la fuerte correlación entre la formación y el empleo, y entre el rendimiento escolar y el nivel de crecimiento.
Mención aparte merece la supresión de la asignatura de Educación para la ciudadanía y su sustitución por Religión (católica claro) o Valores
Este cambio revela la amplitud de la huella ideológica que marca el proyecto de ley, la sumisión a los sectores más reaccionarios del PP, la entrega maniatada a las tesis de la Conferencia Episcopal…
Para los que acogimos con ilusión la inserción de esta asignatura, consideramos que la propuesta del ministro es una verdadera marcha atrás en el desarrollo de la democracia española. Volvemos al oscurantismo, sí a la creencia no a la inteligencia.
La educación para la ciudadanía no es sólo una asignatura, es una enseñanza de valores, principios, conocimientos, prácticas necesarios para preparar a los jóvenes a que participen lo mejor posible en la vida democrática, asumiendo y ejerciendo sus derechos y deberes como ciudadanos.
La educación para la ciudadanía es una educación para formar espíritus libres, personalidades autónomas en un contexto social que nos responsabiliza con la solidaridad impulsando los valores e ideales: Dignidad, libertad, responsabilidad, solidaridad, tolerancia.
Sirve para cohesionar una sociedad compleja y multicultural, compensando las desigualdades que el capitalismo como sistema económico-social genera en si mismo.
El aprendizaje escolar debe permitir que todos los niños aprendan gradualmente a distinguir lo que es conocimiento y lo que es creencia, diferenciar el conocimiento de lo que es la opinión, diferenciar objetividad científica de creencia personal o colectiva .
La educación para la ciudadanía no desacredita lo que es una elección personal, pero resalta lo que es bueno para todos.
Esta distinción es el fundamento de la laicidad.
Todo eso lo ha perdido la sociedad española con la llegada a la poltrona del señor Wert.
Para ser ecuánime tengo que reconocer una virtud a este proyecto. Es el de haber conseguido la práctica unanimidad en su contra, las asociaciones profesionales, los sindicatos, las asociaciones de padres, y un largo etc. y hasta el mismísimo hermano del excelentísimo progenitor.
Cuando termine el paréntesis doloso de este Gobierno nefasto, el pueblo español heredará no sólo una deuda financiera desmesurada sino también una deuda educativa desbocada.
Intervención de Pilar Ferrero en el Pleno del 9 de mayo de 2013
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