La semana pasada la Asociación Gesto
por la Paz de Euskalherria, ponía fin a una actividad que había comenzado en
1986, con el objetivo de denunciar y concienciar a la sociedad vasca y a la
sociedad navarra contra la actividad terrorista de ETA.
Gesto por la Paz fue el primer y
emblemático movimiento ciudadano, en este caso de carácter pacifista, que se
atrevió a salir a la calle cada vez que ETA cometía un atentado criminal.
Nació tarde, bien es cierto. Atrás
quedaban los llamados “años de plomo”, período de ignominia sin igual en donde,
con contadas excepciones, las víctimas de ETA eran asesinadas como alimañas y
enterradas sin el honor debido y aun con oprobio, para vergüenza de los
demócratas y de una sociedad acobardada e insensible que, por decirlo suave, no
estuvo -no estuvimos- a la altura de las circunstancias.
Las concentraciones de Gesto por la Paz
serían el inicio del fin del miedo social a ETA y el comienzo de una serie de
movimientos ciudadanos que han contribuido de forma decisiva a que la derrota
de ETA no haya sido únicamente policial y judicial, sino, lo que es más
importante, también social.
No quiero terminar este reconocimiento
en forma de Ruego sin un recuerdo a aquellas primeras y mínimas concentraciones
-numéricamente hablando- que se realizaron en esta misma plaza consistorial.
Recuerdo haber llegado a estar únicamente tres o cuatro personas concentradas.
Y, aun a riesgo de dejar de citar a alguien, quiero mencionar a algunas de esas
personas, como Javier Alcalde, Ignacio Mejide, Lola Goñi, Xabi Ollo, Javier
Remírez, Maite Mur, María Arizmendi, Ana Tellechea, Mª Asun Apesteguía o Germán
Barandalla. Luego se irían sumando más, como bien puede atestiguar mi compañero
Jorge.
Nuestro reconocimiento y respeto a la
labor que ha desarrollado Gesto por la Paz.
Ruego de Eduardo Vall en el Pleno del 9 de mayo de 2013
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