Intervención de Eduardo Vall en el Pleno del 2 de octubre de 2014
Hoy este Pleno Municipal va a ejercer su derecho a decidir sobre una moción de Bildu y Aralar. Es competente para ello. Y lo hace, como se hacen las cosas en democracia: con arreglo a la ley.
Todo el mundo ejerce, o al menos lo intenta, su derecho a decidir en la vida: desde que nace hasta que muere. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos. Con limitaciones, claro está. Cuando suena el despertador a la mañana, muchas veces nos gustaría decidir seguir en la cama, pero solemos tener que atender obligaciones personales, laborales o familiares que nos impiden ejercer esa opción. Y lo mismo podríamos decir de tantas y tantas circunstancias algunas pequeñas, otras decisivas, que condicionan la vida. Y es que el derecho a decidir, siempre está condicionado. Generalmente por tus circunstancias, por las de quien tienes enfrente o al lado y, claro está, y para evitar que esto sea la ley de la jungla o del más fuerte, por la necesaria observancia de la ley. Por eso en un estado de derecho, en democracia, no existe el derecho a decidir sobre lo que uno quiere de forma indiscriminada. Es decir, ni yo como persona, pero tampoco el conjunto de pamploneses como colectivo, valga el ejemplo, tienen el derecho a decidir sobre si se deben o no respetar las normas de circulación o las señales de tráfico. O si deben pagar o no los impuestos. Lo que sí se puede hacer, a partir de la observancia legal, es proponer los cambios o reformas que individual o colectivamente se tengan a bien plantear. Y para eso hay unas instituciones y unos cauces legales, legítimos y democráticos que, entre otras cosas y aun con sus imperfecciones y limitaciones, aseguran nuestro derecho a decidir.
Pero paro ello, la observancia a las reglas democráticas es básica. Tal y como, por ejemplo, ha ocurrido en Escocia. Solo a partir de ahí, es cuando deben plantearse posibles cambios y reformas. Pero lo que nadie, ni yo, ni nuestro Grupo, ni este Pleno, ni esta ciudad, ni ninguna institución democrática puede plantear, es saltarse la ley a la torera y actuar unilateralmente al margen de la misma.
Las aspiraciones colectivas mayoritarias de Cataluña merecen nuestra máxima consideración y respeto. Quien las quiera minimizar o piense que se diluirán con el mero paso del tiempo, se equivocan, aunque como socialistas, europeístas e internacionalistas convencidos, no compartamos que la prioridad política de nadie, máxime en estos duros momentos de crisis, sea un sentimiento colectivo excluyente que, en nuestra opinión, resta, divide, confronta y, para colmo, empeorará las circunstancias económicas y sociales de quienes más padecen los efectos negativos de la crisis en Cataluña. Algo a lo que el resto de españoles no somos ni queremos permanecer ajenos. Y no ya porque lo diga la Constitución. Si no por un elemental sentido de responsabilidad, afecto y solidaridad.
En este sentido, el PSOE tiene clara la ilegalidad de la convocatoria hecha por el Sr. Más para el próximo 9 de noviembre en Cataluña pero también la necesidad de, ante un reto político de gran magnitud como éste, buscar soluciones políticas que ayuden a superar el conflicto creado, de forma que, mediante la oportuna reforma constitucional, encontremos el mejor acomodo de Cataluña en esta España compleja y diversa. Quienes están criticando tan desaforadamente al Tribunal Constitucional por actuar en uso de sus atribuciones, no debieran olvidar que fue este propio Tribunal el que, en su sentencia sobre la última reforma del Estatut de Cataluña, instó a los poderes políticos a buscar los acuerdos oportunos que ayudaran a superar el desencuentro entre la mayoría institucional de Cataluña con la del resto de España. Algo que ni el Sr. Más ni el Sr. Rajoy parecen haber entendido. Pues bien: cuanto más tiempo permanezcan ambos dirigentes en sus posturas hieráticas peor. Peor para Cataluña y peor para España. Sabemos que es muy difícil que impere la sensatez en estos momentos de tensión, pero ahí está la oferta legal, viable y razonable de los socialistas para que se busque la reforma legal que permita seguir conviviendo a todos los catalanes sin hacerlo de manera excluyente.
Obviamente, nuestro Grupo no apoyará esta moción. Y aclararé, en lo que hace a su felicitación al pueblo escocés, que nosotros también queremos felicitarle. Tanto por haber hecho las cosas desde el acuerdo y desde el respeto a la legalidad democrática, como por haber optado por la superación de fronteras, por la cooperación y por la convivencia frente a la exclusión. Finalizaré reiterando el llamamiento de nuestro Partido a superar este diálogo de sordos que tan bien practican los Sres. Más y Rajoy. O en Cataluña aunamos respeto a la ley con la búsqueda de soluciones políticas a un problema que es político y al que hay que buscar una salida legal, o únicamente se ahondará en la creciente frustración, desafección y conflictividad en las que algunos parecen sentirse tan cómodos.
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